Los engarces son fundamentales en joyería, pese a que haya quien no les preste la atención necesaria en algunas ocasiones. En realidad, si no se escoge bien el engaste, podríamos percibir cómo la calidad de la pieza baja notablemente. Porque dependiendo de este puede cambiar absolutamente todo en los anillos: puede variar el reflejo de la luz, el estilo e incluso el valor de la joya. ¡Y lo mismo sucede con las pulseras!
Como auténticos expertos en joyería, desde Naithelo estamos dispuestos a ayudarte a que tú también lo conozcas todo sobre esta. Solo así podrás escoger con total libertad y, sobre todo, siendo consciente de aquello que estás adquiriendo. Tu joyero se convertirá rápidamente en un tesoro de alhajas preciosas que podrás atesorar con cariño para toda la vida.
¡Continúa leyendo! Porque te vamos a descubrir cuáles son los diferentes tipos de engarces y para qué se suele usar cada uno de ellos.
Engaste en garras: el más conocido
No podíamos comenzar por otro que no fuese el engarce en garras, el más popular que encontrarás en el mercado. Esto se debe a que ofrece un toque elegante y distinguido, propio de los anillos solitarios. ¿En qué consiste? Es muy sencillo: la piedra se alza con unos brazos muy pequeños, que se suelen repartir alrededor de esta. Lo habitual es que hablemos de un total de cuatro brazos, aunque también se pueden encontrar piezas con seis.
Los brillantes suelen ser los grandes protagonistas de los anillos que tienen este tipo de engaste. No obstante, también podrás encontrar piezas que cuentan con un rubí o una esmeralda. Independientemente de la piedra que lleve, el brillo alcanzará su máximo nivel en este tipo de anillos.
Por si lo estabas pensando: sí, los anillos de compromiso y los solitarios suelen catalogarse dentro de este tipo de engaste. Es precisamente para ceder todo el protagonismo a la piedra preciosa, dotando así a la joya de una gran elegancia.
Engaste en pavé o grano: elegancia y sofisticación
Este tipo de engaste es totalmente diferente, puesto que está pensado para joyas que no llevan una única piedra sino muchas más y de un tamaño más reducido. Recibe el nombre de grano porque se colocan las piedras sujetas entre sí por pequeños granos de metal, que aportan un diseño totalmente único. ¡Y muy especial! En cuanto al término pavé, es importante reseñar que en francés significa empedrado. Esto representa de forma muy visual la sensación que aportan este tipo de anillos.
Es necesario que la persona que realice este tipo de anillos o pulseras tenga mucha experiencia, puesto que los granos deben ser del mismo tamaño. Además, su posición es vital para que la pieza en sí aguante el paso del tiempo. Es importante tanto el número de granos de metal como su tamaño, así como las gemas que se escojan. Lo ideal es dibujar un patrón simétrico, puesto que hace que la joya luzca mucho más.
¿Y qué se consigue con este tipo de engaste? Un brillo muy superior, como si toda la superficie hubiera sido completamente cubierta por brillantes. No es una técnica sencilla, pero sí es increíble de ver. Se suele utilizar sobre todo en anillos, y los diamantes tienden a ser los grandes protagonistas.
Engaste en carril: alianzas de boda
El engaste en carril es, al igual que el engaste en garra, uno de los más conocidos debido al mundo de las bodas. Es ideal cuando se busca tener un anillo muy sólido y cuya piedra esté protegida al extremo. La técnica es bastante sencilla: las gemas se embuten en el metal del anillo. Cuando estas piedras se encuentran separadas por pequeñas barras de metal, se habla de engaste en barra. Pese a ser similares, a nivel visual se puede apreciar rápidamente la diferencia.
Visualmente, se puede apreciar cómo las piedras van siguiendo una especie de riel o canal que le da ese aspecto tan único. Es fundamental que, a lo largo del proceso, se escojan gemas que tengan la misma pureza, talla y color. De esta manera, el resultado acaba por tener una calidad mucho mayor.
Engaste a bisel: mágico y diferente
El engaste a bisel se conoce también como engaste en tensión, y es uno de los preferidos de muchas personas. A nivel visual, da la sensación de que la piedra une los anillos de metal. Esto se debe a que la gema se encuentra sujeta por la presión que transmite el anillo de metal, que suele estar hecho de oro o de platino. Es muy elegante a la par que discreto, perfecto para un anillo que se pueda llevar a diario.
Lo realmente mágico y especial de este tipo de piezas es que da la sensación de que la piedra en sí se mantiene flotando. Por regla general, cuando se opta por este engaste se suele optar por un rubí, una esmeralda o un zafiro, además de los conocidos diamantes. Normalmente, las gemas suelen ser ovaladas o redondas, y es de los diseños preferidos a la hora de hacer anillos solitarios.
Engaste gypsy o cerrado
El engaste gypsy, también conocido como engaste cerrado, es un estilo de engaste único y distintivo en el mundo de la joyería. Este engaste se caracteriza por colocar la piedra preciosa en una cavidad que se crea en la superficie de la joya, de modo que la gema quede nivelada con el metal circundante. No hay garras ni bisel que sostengan la piedra, lo que le da a la joya un aspecto sólido y suave.
El engaste gypsy es una elección audaz para aquellos que buscan una joya con una estética única y resistente. Su diseño minimalista y su capacidad para resaltar la belleza de la piedra sin distracciones lo convierten en una opción atractiva en el mundo de la joyería contemporánea.
Engaste chatón: el engaste de los diamantes
El engaste chatón es el engarce que se suele usar con los brillantes, puesto que se considera uno de los más seguros. Junto al engaste en garra, se usa mucho cuando se habla de anillos de compromiso y solitarios.
Mediante un recubrimiento de metal, se protege por completo la piedra preciosa. Esta solo es perceptible por la parte superior del anillo, permitiendo así que todos puedan apreciar su brillo pero sin ponerla en riesgo. Es uno de los diseños más elegantes, capaces de engalanar cualquier mano con facilidad.
Engaste invisible: las piedras son las protagonistas
Lo que se busca con este tipo de engaste es que la montura pase completamente desapercibida, cediéndole todo el protagonismo a las piedras. Eso sí: estas deben haber sido preparadas de forma especial para poder engastarse mediante unas ranuras. Solo por detrás de la pieza se pueden llegar a ver estas rendijas, puesto que si no sería indicativo de que la técnica no se ha realizado correctamente.
Se suele utilizar sobre todo con joyas de color, como una esmeralda o un rubí, e incluso un zafiro. Asimismo, estas suelen tener cortes rectos para garantizar el resultado final.
Una vez conocidos estos engastes, que son los más usados y populares, solo te quedará decidir cuál encaja mejor con esa joya que estás buscando. Todo va a depender de la ocasión y de lo que busques transmitir. No dudes en contactar con nosotros para cualquier duda que puedas llegar a tener, puesto que estaremos encantados de ayudarte.