Cuenta la leyenda, que un marinero valiente robó del mismísimo tesoro de las sirenas un puñado de aguamarinas, causando la ira del Poseidón, el rey de los mares. Su ira se tornó en tormentas violentas que se tragaron embarcaciones completas.
Desde entonces, los marineros que se aventuraban a surcar los mares, desconocedores de tal hazaña, creyeron que calmarían la ira de Poseidón si, durante sus travesías, lanzaban piedras de aguamarinas al mar.
Hubo quienes, además, tallaban en piedras de aguamarina la efigie de Poseidón como talismán que les aseguraría un feliz regreso a tierra firme.